DE ISLEÑO A PENINSULAR: ALMERÍA, 1996-2003

EL 3º TERCIO EN EL «CONTROL DE ZONAS»

Desde que las fuerzas armadas españolas empezaron a participar activamente en misiones de paz –y en este sentido como es sabido la Legión y el Tercio 3º siempre han estado en primera línea o incluso abriendo brecha en los diferentes escenarios- las operaciones de control de zona han pasado al primer plano del adiestramiento de las unidades del D. Juan de Austria. Sin restar importancia a las acciones ofensivas y defensivas, en sus diferentes fases y modalidades, lo cierto es que durante los últimos años en los Balcanes se han asignado áreas de responsabilidad entre las fuerzas multinacionales –primero en Bosnia-Herzegovina, luego en Albania, Kosovo, Macedonia y finalmente en Irak– al objeto de controlar el cumplimiento de las resoluciones de alto el fuego adoptadas por las partes o impuestas por la ONU. Para que los lectores más veteranos comprendan y digieran mejor como se llevan a cabo las misiones de paz, de las que de nuevo hablaré en el siguiente capítulo, he creído conveniente introducir unos conceptos sobre como se lleva a cabo el control de zonas que nuestros legionarios practican de verdad en tierras lejanas.

Los nuevos campos de batalla

Las últimas zonas de conflicto, como es el caso de Irak, y otras que en lo sucesivo pudieran ir apareciendo en los diferentes focos de tensión que actualmente existen por todo el mundo, también apuntan en éste sentido de que los legionarios del D. Juan de Austria, ya sea con casco azul de NNUU, o integrados en estructuras lideradas por la OTAN o la UE, tengan un mayor número de posibilidades de cumplir misiones de control de zona que de realizar ataque a posiciones defensivas con las unidades encajonadas en unos frentes y fondos propios de los despliegues de antaño. Por otra parte, de intervenir en un conflicto armado, los nuevos conceptos de guerra asimétrica, la sobredimensionalidad de los futuros campos de batalla, el empleo de los avances tecnológicos en el armamento y munición,… nos llevan a pensar que no sólo en las operaciones de paz, sino también en las de la guerra moderna, van a quedar amplios espacios vacíos.

Estas áreas, lejos de ser ocupadas físicamente con un gran número de tropas desplegadas permanentemente en el terreno, serán vigiladas por pequeñas unidades y patrullas móviles que continuamente se desplazaran por toda la zona. Actuarán estableciendo controles en carreteras, registrando o inspeccionando determinados lugares o almacenes, guarneciendo por tiempo limitado y con carácter rotatorio puntos sensibles, protegiendo en ocasiones determinadas convoyes o personalidades y efectuando cercos o batida. También pueden desempeñar un papel muy importante en la lucha contra la delincuencia que suele instaurarse ostensiblemente en las posguerras o incluso, llegado el caso, actuar como fuerzas antidisturbio.

Muchas de éstas misiones parecen más propias de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que de las fuerzas armadas, pero no cabe duda que existe una cierta aproximación, una convergencia de cometidos entre ambas fuerzas cuando se proyectan unidades militares hacia el exterior y en este sentido el control de zona es el ejemplo más evidente de ello. Por eso el 3º Tercio, desde que se inició su intervención en este tipo de operaciones ha sabido valorar la importancia de ésta modalidad de actuación de la FFAA extrayendo, de las conclusiones y de las lecciones aprendidas en las diferentes misiones de paz en las que ha intervenido unos métodos y tareas a incluir en su programa de instrucción y adiestramiento. De este modo, se han elaborado unas normas operativas (NOP) sobre el Control de Zona por una Bandera Ligera Protegida, puestas en práctica en diferentes ejercicios y últimamente en el Beta Maderal de doble acción, realizado por el GT Valenzuela del 3º Tercio en la Sierra de Gádor (Almería), al que posteriormente haremos mención.

De contraguerrillas a control de zona

Este tipo de operaciones se llevan a cabo en aquellas zonas de acción que por su enorme amplitud, en relación con la entidad de la unidad a la que se le ha asignado, no permite una presencia permanente en todos los puntos de interés militar pero en las que, sin embargo, conviene alcanzar y mantener la libertad de acción propia denegándosela, por contra, al enemigo. Para ello se deben identificar, en primer lugar, los objetivos clave que normalmente serán núcleos de población, centros de comunicaciones, edificios de interés político, social o económico,… así como aquellos otros que, aún de menor importancia, también deben ser tenidos en cuenta.

Una vez priorizados los objetivos habrá que decidir aquellos que requieran una protección continua a cargo de tropas y los que, en función de la inteligencia disponible, o incluso de forma aleatoria, serán custodiados temporalmente por patrullas móviles, realizando nomadeos, reconocimientos de combate, emboscadas,… En cualquier caso, siempre se mantendrá una reserva ágil y potente para apoyar a éstas patrullas o explotar el éxito. En cierto modo con las operaciones de control de zona volvemos a lo que durante muchos años se contemplaba en los programas de adiestramiento del Tercio en Fuerteventura ejercicios de lucha de guerrillas y contraguerrillas, con sus lógicas diferencias, matices y adaptaciones. En el fondo se trata de una doble acción que motiva a ambos supuestos contendientes y de la que los españoles, por nuestra peculiar idiosincrasia –no en balde fuimos creadores de este tipo de lucha- presentamos unas aptitudes idóneas para ello. A continuación se expone un resumen de las principales lecciones aprendidas por el Tercio en éste tipo de operaciones efectuadas en los Balcanes y que figuran en las citadas normas operativas del D. Juan de Austria. Así , a modo de orientación, una unidad tipo Batallón tiene capacidad para controlar una zona de acción (ZA) o área de responsabilidad de alrededor de 600 km cuadrados en zona rural, con dos núcleos de población de entre 5.000 a 10.000 habitantes, y 30 pequeñas aldeas.

Por su parte la Bandera, según lo dicho, reparte su ZA entre las Compañías de fusiles, de modo que una Compañía le correspondería un núcleo de población de 5.000 habitantes y entre 10 y 15 aldeas rurales, no debiendo exceder su zona de acción de 200 km cuadrados para obtener garantías de total control.

Información disuasión

El Mando, asesorado por su plana mayor, antes de desplegar la unidad analizará previamente cuales son los focos de tensión en la zona: minorías étnicas a proteger, enclaves históricos o religiosos amenazados, dirigentes y organizaciones políticas, bandas armadas y sus líderes, intereses económicos…. Se tendrá en cuenta que un pilar básico del control de una zona a corto y largo plazo, descansa en la capacidad del mando de concienciar a la tropa y a los mandos intermedios de que la batalla es por la obtención de información y por conseguir el apoyo de la población. Las acciones puramente militares o policiales, por sí solas, están sin duda abocadas al fracaso. Sin inteligencia la unidad se convierte en un cúmulo de personajes pintorescos venidos del extranjero ajenos a la realidad y sin capacidad de prevenir futuros acontecimientos. Sin el apoyo de la población, no hay obtención de información. Es decir, ambos conceptos están íntimamente relacionados.

El concepto que debe imperar es el de capilaridad, esto es, que la presencia de la unidad alcance hasta todas y cada una de las aldeas y casas aisladas, con la mayor frecuencia posible. Se ha demostrado que para la obtención de disuasión, con independencia de los controles visibles, resulta muy útil el montaje durante la noche y de forma aleatoria de 2 ó 3 controles (o emboscadas) a pie y ocultos en el terreno. Este tipo de apostaderos nocturnos, que tienen su principal aplicación en la detención de bandas de delincuentes armados presentan, como efecto secundario, la rápida difusión de ésta modalidad entre la población civil de toda la zona. Como consecuencia de ello se disminuye sensiblemente la comisión de delitos y de desplazamientos nocturnos superfluos. A modo de resumen, podemos concluir que con las patrullas a pie se obtiene fundamentalmente información, mientras que las motorizadas proporcionan sobre todo disuasión.

Pero conceptos como el de la capilaridad, el tamaño de las zonas de acción a asignar entre las unidades subordinadas o el tipo de misiones más adecuado a desempeñar según el lugar y momento, no fueron las únicas lecciones aprendidas por la Legión en sus diferentes actuaciones en los Balcanes. Las requisas de armas, la lucha contra la delincuencia, la actuación ante minas y trampas explosivas, la asistencia sanitaria relacionada con la población civil o la prevención contra el riesgo de radiaciones, son otros ejemplos de enseñanzas obtenidas.

Tipo de misiones

El personal y las unidades deben estar bien instruidas y adiestradas en los diferentes cometidos propios del control de zona. Sin entrar en demasiados detalles, vamos a describir los más importantes. Así tenemos, en primer lugar, el montaje de un puesto de observación, aprendiendo no solo a observar sino también a informar correctamente. Luego se abordará la forma de instalar un puesto de control (check point) con objeto de controlar el tráfico rodado o de personas a fin de verificar el movimiento de vehículos militares y civiles, de armas, municiones y explosivos, localizar personas, bloquear comunicaciones o, simplemente, obtener información y mostrar una presencia activa de la fuerza de paz, fuera de sus cuarteles.

Otra misión muy corriente puede ser la de escolta de convoyes de la ONU, Cruz Roja, ONG,s… para trasladar refugiados, hacer llegar ayuda humanitaria, proteger a determinadas personas, etc. En éste caso la instrucción versará sobre cómo preparar los vehículos con antenas simuladas, siglas, sacos terreros… al objeto de aumentar su protección. También se estudiará y practicará la seguridad del convoy, tanto en movimiento como durante los estacionamientos, y la conducta a seguir ante averías y accidentes.

Otros temas distintos de los hasta ahora tratados son la reacción ante los check point instalados por los contendientes (toma de contacto, posible despliegue, escalada de la tensión en la negociación,…,), las inspecciones de lugares autorizados, las diferentes acciones que pueden llevar a cabo las patrullas móviles, la defensa de puntos sensibles, los registros de casas y aldeas, los cercos y batidas y la disolución de manifestaciones o acciones antidisturbio.

Alpujarras almerienses: «Maderal 2002»

Cuando en lugar de casas o pequeñas aldeas el registro se extiende a una zona más amplia de terreno, entramos en el campo abierto y en un nuevo procedimiento, el cerco y batida. Lo mismo ocurre con el nomadeo o las patrullas de reconocimiento y la defensa de puntos sensibles y que por razones de espacio no vamos a tratar aquí. Sin embargo si que consideramos de gran interés que las unidades de entidad Batallón realicen ejercicios tipo Beta de doble acción, similares a los que hace no muchos años se les denominaba de guerrillas y contraguerrillas y que ahora, adaptados a los nuevos tiempos, y con la introducción de las técnicas descritas, reciben un nombre más apropiado, el de control de zona y éste es el caso del último ejercicio Beta Maderal 2002 a cargo del GT Valenzuela llevado a cabo en la sierra de Gádor (Almería).

La sierra de Gádor, en las estribaciones orientales de Sierra Nevada, es una zona abrupta y montañosa, donde comienza la comarca de las Alpujarras almerienses. Un terreno con poca densidad de población que en cierto modo puede recordar algunos paisajes de los Balcanes y éste fue uno de los motivos de desarrollar en el mismo el ejercicio Maderal. Para ello, bajo la dirección y arbitraje del Tercio Juan de Austria 3º de la Legión, se constituyeron dos bandos, uno pequeño formado por la sección de reconocimiento (reforzada) y el resto por un GT en base a una plana mayor de Bandera, tres Compañías de fusiles y las Compañías de Plana-Apoyo y Servicios.

Repartida la ZA en tres áreas, una por Compañía de fusiles, en este ejercicio se pusieron en práctica las normas operativas relativas al control de zona, con especial hincapié en la defensa de objetivos, estableciendo controles en puntos de paso obligado, apostaderos nocturnos, … hasta finalizar con la organización de un cerco y posterior batida. En el mismo se evaluó la capacidad de reacción de las patrullas móviles de la reserva (Cía. de plana y apoyo) y como siempre que existe doble acción, la motivación de los mandos y tropa fue muy elevada a pesar del mal tiempo reinante. En definitiva, el Maderal puso a prueba el grado de adiestramiento alcanzado por las diferentes unidades en un faceta tan interesante y actual como lo son las operaciones de control de zona. Unos meses más tarde, según veremos, el GT Valenzuela iba a practicar el control de zona pero no en las Alpujarras sino en Irak.