DEL AAIÚN A PUERTO ROSARIO: FUERTEVENTURA 1976-1995

INTRODUCCIÓN

Normalmente, los primeros pasos suelen ser los más difíciles y, por ello, quizás los más recordados (y más aún, yo me atrevería a decir que los mejores). Unos legionarios fastidiados y humillados por el abandono del Sahara ante la marcha verde, tras 17 años de desierto, llegaban a una isla, en el tercer nomadeo del Tercio, donde algunos de sus habitantes no los recibieron con agrado. Y entraban en su nuevo cuartel donde todos no tenían cabida en sus instalaciones, debiendo alojarse puertas afuera en tiendas de campaña. Habían pasado en cuestión de días, de una situación de máxima tensión, ante una posible guerra contra Marruecos y tras combatir al Frente Polisario, a una situación de paz en una isla alejada de los confines de la Península, una isla sin enemigo contra quien luchar y un pueblo majorero, que a pesar de ser «de su propia sangre», inicialmente, al menos una parte del mismo, no los recibió con el afecto que se merecían. El tiempo fue desmintiendo algunos bulos que siempre acompañan a la Legión ya que la estancia del Tercio en Puerto del Rosario, como en cualquier parte, no hizo sino demostrar, una vez más, la unión que siempre ha existido entre el pueblo y la Legión.

En efecto, al poco tiempo de llegar la Legión, este pequeño pueblo fue cobrando una vida que hacía tan sólo tres meses era imposible sospechar. Día a día se abrían nuevos comercios, bares, restaurantes, supermercados, bazares y hasta tiendas de coches. Se dobló el número de vehículos y triplicó el de comercios, mientras que la construcción adquirió un nuevo impulso ante la necesidad creciente de casas. Sería curioso saber el número de puestos de trabajo creados por la presencia del Tercio en tan solo tres meses. Mientras tanto, los habitantes de Fuerteventura se iban acostumbrando a que las cornetas legionarias saludasen la salida del sol y le despedían al atardecer. Al Coronel Pallás, Jefe del Tercio en los primeros tiempos de Fuerteventura, le tocó la difícil papeleta de animar el ambiente con sus legionarios y de ganarse a la población civil.

Veamos seguidamente en este capítulo dedicado a la estancia del D. Juan de Austria en esta isla canaria como se empezó a ampliar el acuartelamiento del Regimiento Fuerteventura 56 y se construyeron diferentes campamentos y campos de tiro iniciándose, a la vez, un duro periodo de marchas y ejercicios tácticos, entre los que cabe destacar los de guerrillas y contraguerrillas y los de conjunto por el resto de las islas… Como casos puntuales, hablaré de la constitución del Grupo Táctico Verde o la Operación Begonia en que se ocupó la Isla de Lobos o de ejercicios como el Planaria 84 y el Pájara 89 por aquello de que si para muestra vale un botón.

Por otra parte, tras varios años de permanencia en Fuerteventura, en la década de los 90 el gran acontecimiento fue la participación de unidades del Tercero en operaciones de paz. Primero fue una Compañía con al Agrupación Málaga y luego gran parte del Tercio con la Canarias. De nuevo heridos y muertos en zona de guerra pero esta vez con el casco azul de la ONU. Asunto este el de las misiones al servicio de las Naciones Unidas que bien merece una atención especial en este capítulo. Por último, llegará el momento de las despedidas pues el Tercio volvía nomadear después de 20 años en Fuerteventura, esta vez rumbo a Almería. Para terminar, el capítulo se cierra, como ya viene siendo habitual con algunas curiosidades y anécdotas de esta época del Tercio isleño. Aprovecho la ocasión para agradecer la colaboración en la confección de esta etapa del Tercio en Fuerteventura, entre otros, de los Coroneles D. Adolfo Coloma Contreras y D. Juan Alvarez Gaume, ambos buenos amigos de la XXX Promoción. Veamos, antes que nada, como es la Isla de Fuerteventura.

CUARTELES, CAMPAMENTOS Y CAMPOS DE TIRO

Fuerteventura: una isla diferente

La Isla de Fuerteventura, a 2000 Km de Madrid y a sólo 130 Km del continente africano, tiene una superficie de 1.832 km2 y 26.000 habitantes (al poco de llegar el Tercio). En 1977 existían dos plantas potabilizadoras en funcionamiento, ambas en Puerto del Rosario, alcanzando su producción las necesidades de la isla, pero a un costo excesivo, resultando el punto de la geografía española donde más caro era el preciado líquido.

Es la segunda en superficie de todo el archipiélago canario. De naturaleza volcánica presenta una forma alargada en sentido norte-sur-oeste. El perímetro de sus costas abarca aproximadamente unos 230 kms contando con numerosas playas. Al norte destacan las de Corralejo, al este las de Moro, Playa Blanca, Castillo de Fuste, y Pozo Negro. En la costa sur, la de Gran Tarajal, Tarajalejo y Jandía. En la oeste las del Cotillo, Ajuy y Barlovento. Al llegar el Tercio la isla contaba con tres puertos, el de Pto. del Rosario, Corralejo y el de Gran Tarajal.

La isla tiene forma de una espina dorsal montañosa constituida por tres macizos bien diferenciados, que de norte a sur son los siguientes: El Oliva, con su punto más elevado en vértice Muda. El Jandía, siendo la mayor altitud de la isla en el vértice del mismo nombre. Existe también otro macizo al sudeste de la isla, donde destaca el vértice Vigán. Los principales núcleos de población son Puerto del Rosario, capital de la isla, la Oliva en la zona norte, nudo de comunicaciones de importancia por estar centrado en la misma y concurrir en él las principales carreteras y caminos. Corralejo y Cotillo en la costa norte. Casillas de Angel, Antigua, donde convergen todas las vías de comunicación del centro de la isla. Ampuyenta, Tuineje, Pájara. El tercero, junto a la Oliva y la Antigua, de los nudos de comunicación de la Isla. Gran Tarajal, con un pequeño muelle comercial y Taralejo.

La isla majorera, como se conoce popularmente a Fuerteventura, es una isla sorprendente que difiere sustancialmente del resto de las Canarias; está cargada de simbolismo, sin que esto signifique perder su carácter típicamente canario. Su denominación proviene de la población aborigen de la isla, que aunque en términos genéricos es denominada guanche en todo el archipiélago, según los entendidos, las tribus bereberes que se instalaron en Fuerteventura respondían al nombre de majos y no se sabe exactamente cuándo ni por qué se desplazaron a estas tierras procedentes del norte de África, continente del que tan sólo dista 100 Km.

Tradicionalmente, la agricultura, la ganadería y la pesca han sido las principales actividades económicas de Fuerteventura. Quizás los cultivos más llamativos hayan sido los de chumbera, utilizados para criar la cochinilla, un pequeño insecto que proporciona un excelente tinte natural. Asociados a las actividades agrícolas cerealistas, los molinos de viento colonizaron paulatinamente los parajes de la Isla, constituyéndose en elementos singulares de un pintoresco paisaje rural. Por su parte, la cría de ganado caprino ha provisto a los isleños tanto de carne como de leche y magníficos quesos, que hoy se siguen haciendo de forma artesanal. La cabra un animal con gran capacidad de adaptación al medio, está esparcida por toda la isla y representa ya un auténtico símbolo. No obstante, el turismo se ha ido convirtiendo progresivamente en la fuente de ingresos de mayor relevancia para los majoreros.

El macizo de Betancuria, núcleo montañoso que alberga uno de los asentamientos urbanos más interesantes y bellos de la Isla, constituye el complejo basal, es decir, la parte geológicamente más antigua de Fuerteventura. El resto se halla configurado por diversas series volcánicas que han ido estableciendo un paisaje variado y lleno de matices. Así, los paisajes majoreros pueden variar en pocos kilómetros entre extensos llanos pedregosos de tono amarillento y conos volcánicos, rodeados por rojizos malpaíses (término canario que define depósitos de roca volcánica irregular y de marcadas aristas).

El clima de Fuerteventura es eminentemente árido, con un elevado grado de insolación, y las lluvias son escasas y de carácter torrencial. La vegetación es más abundante en las zonas más elevadas, donde el enfrentamiento más directo a los alisios aumenta la captación de humedad y beneficia el crecimiento de plantas como tabaibas, algunos verodes o incluso acebuches. Los cauces de los barrancos albergan tarajales, palmeras y cañas. Y las zonas costeras y arenosas están repletas de especies halófilas, muchas de ellas dispersadas desde el continente africano. Como representante exclusivo de la flora majorera hemos de destacar una especie de cardón de grandes espinas que crece en reducidas poblaciones en la península de Jandía.

En cuanto a la fauna, en Fuerteventura se dan varias peculiaridades. En primer lugar, es frecuente observar ardillas morunas en zonas rocosas, que fueron introducidas hace pocas décadas y se han adoptado y extendido más de lo que en su momento se podía esperar. La avifauna esteparia cuenta aquí con un pequeño santuario, ya que los extensos llanos bien conservados dan cobijo a alcaravanes, corredores, perdices morunas y a la endémica hubara canaria. Barrancos y pedregales sirven de refugio a otra joya faunística única en el mundo, la tarabilla canaria; y en las zonas más escarpadas nidifican los guirres (alimoches en el resto de España), buitres ya extinguidos del resto de las islas con la excepción de Lanzarote. Por su parte, los reptiles y, sobre todo, los invertebrados cuentan también con especies endémicas.

De cónicas a fillod: Plaza. de Smara – Avda. de las Banderas

Al evacuar el desierto del Sahara fueron llegando al terreno también árido (según hemos visto) de Fuerteventura las unidades del 3er Tercio entre finales de diciembre de 1975 y primeros de enero del 1976. La isla parecía adormecer. Todavía no se había despertado el boom turístico. Poco a poco y sin ayuda de nadie se perfeccionó y aumentó en dimensión el acuartelamiento que ocupaba hasta esas fechas en Puerto del Rosario el Regimiento de Infantería Fuerteventura 56 que, al contar con un solo Batallón, resultaba del todo insuficiente para albergar a las dos Banderas y al Grupo Ligero. Por este motivo en los edificios del cuartel solo se instalaron la Plana Mayor de Mando, la Compañía de Plana Mayor de Tercio y la de Destinos y el Grupo de Caballería Reyes Católicos.

Así pues en un principio el Tercio mantenía a la mayoría de sus efectivos en tiendas cónicas de campaña y tiendas parque en las que habitaban hasta 20 legionarios, instalándose en la zona norte del acuartelamiento. Se trataba de una inmensa explanada en la que se alojaron la VII y VIII Banderas, con sus oficinas, dependencias, Compañías y Parques de automóviles y material así como la Unidad de Encuadramiento de Corrigendos (antiguo Batallón Disciplinario), que aunque no pertenecía orgánicamente al Tercio, convivió con él desde la llegada a Fuerteventura hasta su disolución. La Unidad de Instrucción de Reclutas (UIR) se instaló primeramente en las inmediaciones de Betancuria, desde donde se trasladó pronto al Caserío de Tefia, en el centro de la isla y en el año 1979, en el campamento de El Matorral, en las inmediaciones del aeropuerto. El primer Capitán jefe de esta unidad en Fuerteventura, fue el Capitán Caballero Legionario D. Fernando Gracia Martín.

Progresivamente se construyeron los barracones fillods para albergar a las Compañías. Realmente, la construcción de los «fillod», para alojar a las unidades que estaban en tiendas, se inicio según se llegó a la isla, entregando las dos primeras Compañías, en septiembre de 1976, alojándose la 6ª/VIII y la 1ª/VII. Esta zona más tarde se le denominaría Plaza de Smara. Toda esta explanada estaba extramuros del cuartel, rodeada por una simple valla de piquetes y alambre de espino. Como estaba en medio de la población, es fácil imaginarse que la vida se hacía prácticamente al aire libre. Por ejemplo, al no disponerse de duchas, inicialmente los legionarios se aseaban llenando de agua un cubo y en plena calle entre tiendas, procedían al aseo. Lo cierto es que el Hotel las Gavias se convirtió en improvisada Residencia de Oficiales, mientras tanto el Tercio tuvo que dividir sus esfuerzos entre el mantenimiento del grado de adiestramiento que se consiguió en el Sahara y los trabajos necesarios para la construcción de un nuevo cuartel.

Los cuadros y aún la tropa sufrió una profunda remodelación, pues como consecuencia de la evacuación del Sahara se concedió a todos los cuadros de mando destinados en el territorio la oportunidad de pedir destino a cualquier guarnición de España. Esto causó la pérdida de algunos significativos Oficiales y Suboficiales cuyas bajas se completaron con los mandos del propio Regimiento de Fuerteventura y otros procedentes de las Banderas del recien disuelto Tercio Alejandro Farnesio 4ª de la Legión. Este era el caso del Tcol Aznar de Arizcun, los Capitanes Rubio Ripoll y Dapena y los Tenientes López de Maturana y Carazo.

Con el tiempo este cuartel se iría completando y remodelando con más tesón que medios. Valga como ejemplo el siguiente. Era preciso llenar una enorme hoquedad del terreno donde se colocaría el surtidor de combustible. Pues bien, ante la falta de recursos, el Coronel González del Yerro ordenó que, al regreso de la instrucción diaria, cada legionario portase una piedra de tamaño acorde con su capacidad y fuerza para ser arrojada en dicho hueco. Oficiales y Suboficiales y legionarios acataron tal orden y al poco tiempo se había nivelado el terreno.

El lado este del acuartelamiento se urbanizó mediante una gran avenida, la avenida de las Banderas en las que se alinearon los citados barracones fillod de la VII y VIII Banderas, los edificios de mando de las mismas y las furrielerías de las compañías. Esto representó un trabajo ímprobo, puesto que requirió desde la nivelación del terreno hasta la colocación del pavimento exterior de piedras que se extrajeron de un cantera que se abrió en Betancuria con ocasión de un curso de artificieros. Por tal motivo, durante 1976 y 1977 se mantuvo un destacamento en esta localidad al objeto de extraer piedra que sirviera para solar el nuevo acuartelamiento.

Ha nacido un cuartel legionario

Transcurridos los años este acuartelamiento llegaría a ser modélico, en el que se edificó un nuevo mesón del legionario, un edificio aislado de estilo canario, unas modernas instalaciones para mantenimiento de 2º Escalón. También disponía de un economato de víveres que funcionaba como autoservicio, cosa insólita por aquel entonces, y unas aulas tan modernas que llegaron a contar con gabinete de idiomas y sala de audición de música insonorizada, obsequiada durante una visita que realizó al acuartelamiento el Ministro de Educación y Ciencia, Don Ricardo de la Cierva.

Estas instalaciones se completaban con otras situadas fuera del acuartelamiento, esto es, las Residencias de Oficiales y Suboficiales, la piscina y club de Tropa y el balneario (caseta) de Playa Blanca, denominado El biquini por sus exiguas dimensiones. Y como ha sido tradicional en los acuartelamientos del Tercio, para defender a las familias de los legionarios frente a los abusivos precios que adquirieron las viviendas con la llegada del Tercio a la isla, se urbanizaron dos zonas, al norte y sur del acuartelamiento, para construir en edificios también del tipo fillod, viviendas para las familias legionarias. Las casas para la tropa se alquilaban a 500 pts al mes las sin amueblar y a 1500 pts las amuebladas. Fue nombrado Alcalde de los poblados el Teniente Caballero Legionario Luciano. Luego con la progresiva mejora de las remuneraciones de la tropa y la mayor oferta de vivienda en la isla irían paulatinamente desapareciendo hasta su total desmantelamiento poco antes de que el Tercer Tercio dejara la isla.

El Coronel del Yerro resolvió el problema de falta de locales para academias, biblioteca, etc. de una manera ingeniosa. Es sabido que todos los años, para el 20 de septiembre, cada Compañía montaba una caseta-bar como parte de las celebraciones del aniversario de la fundación. Para el 20-09-1979 don José les dio los planos, los materiales y les impuso el lugar. Resultado, en menos de un mes dispuso el Tercio de varias aulas, una biblioteca, local de lo que luego fue fonoteca y un amplio local para Subayudantía. Asimismo en la época de mando del Tercio del Coronel Gilberto Marquina López, se construyó un cuerpo de guardia en el campo de tiro del Vigocho, en la zona de vivaqueo de las unidades, bastante bien acondicionado. Había de servicio permanente un Pelotón, al mando de un Cabo 1º, que se relevaba todas las semanas.

Campos de tiro y campamentos

En estos primeros tiempos de estancia en la isla, las unidades realizaban grandes marcha a pié, con objeto de conocer el terreno. Durante dichas salidas se acampaba en campamentos que el Tercio fue diseminando por la isla marcándolos a base de piedras alineadas y cal. Así se establecieron campamentos en Betancuria, La Oliva (campamento Colon), Antigua (campamento Valenzuela), en el campo de tiro del Vigocho, en el término municipal de Pájara (campamento Reyes Católicos). En cuanto a los ejercicios de tiro con armas ligeras estos se realizaban en los Varichuelos, a unos 4 kms de la ciudad, a espaldas de donde hoy se encuentra el hospital Insular, y los de armas pesadas en el Vigocho (en inmediaciones de la localidad de la Pájara) a 57 Km al suroeste de Puerto del Rosario. Un campo de maniobras que poco a poco se fue completando y acotando hasta convertirse en el mayor campo de maniobras de todo el archipiélago canario, llegando a efectuar ejercicios de tiro los cazas F-5 de la aviación de combate.

El campamento de reclutas se ubicó en tres lugares distintos. Inicialmente lo hizo en Betancuria posteriormente en los Llanos de Tefia y, por último, en el Matorral. El campamento de Betancuria estaba situado en la zona suroeste de la isla, en un macizo que lleva su nombre, a 600 m de altitud y a 30 km de Puerto del Rosario. En él se convertían en Caballeros Legionarios los reclutas que incorporados al Tercio. Toda esta obra fue posible gracias a la generosidad de su Alcaldesa, Doña Amparo Torres Pérez, y de su esposo, que cedieron, provisionalmente estos terrenos de su propiedad. El de Tefía estaba un poco más cerca, a 22 Km de la capital; pero no dejaba de ser una distancia demasiado alejada.

Por fin, se construyó el campamento Valenzuela en el Matorral, junto al aeropuerto y a 6Km de Puerto del Rosario, como Unidad de Instrucción de Reclutas (UIR.), sirviendo de complemento al acuartelamiento de Puerto del Rosario. Este campamento se inauguró el día 6 de abril de 1980 al tiempo que se celebró en él, por vez primera, una Jura de Bandera de 311 Caballeros Legionarios. El acto fue brillante y el pueblo majorero se unió al Tercio y a las numerosas autoridades civiles y militares que con su presencia hicieron patente su cariño a la Legión. Estuvo presidido por el Excmo. Sr. Capitán General de Canarias y culminó con un desfile motorizado y a pie de todo el Tercio

Donde no había nada más que pedregales y montículos surgieron amplias avenidas que iban a desembocar en lo que podríamos llamar centro neurálgico del mismo. Los polvorines de esta unidad fueron instalados en dicha zona, alejándolos del posible peligro que suponía al estar cerca del núcleo urbano. A ritmo acelerado (apenas 16 meses) se trabajó para el emplazamiento del nuevo Campamento de Instrucción de Reclutas.

Estas fueron las palabras del Coronel del Tercio con motivo de la inauguración:

«Hemos querido coincidir tan señalado hito en el historial del Tercio, con el acto tan profundamente castrense, patriótico y solemne, como es el de la Jura de Bandera de los nuevos legionarios, últimamente incorporados a este Tercio, acto que se realiza en el nuevo campamento Teniente Coronel Valenzuela, costeado exclusivamente por el Tercio y construido únicamente por manos legionarias con enorme trabajo y esfuerzo, pero también con un gran amor e ilusión. La Legión ha hecho honor a su Credo legionario y al Juramento a la Bandera, y se ha entregado en cuerpo y alma a la Patria, instruyéndose, fortaleciendo su cuerpo y espíritu, y trabajando sin descanso, de día y de noche, sin contar los días, ni las horas, con la única ilusión de que los nuevos legionarios se alojen mejor y que la instrucción y el servicio se realice con más eficacia. Todo ello sin alabanzas, sin rimbombancias y, sobre todo sin agravar un ápice el tesoro de la Nación».

En lo que respecta a los campos de tiro cedidos por sus propietarios al Tercio, al objeto de acondicionarlos, el día 2 de febrero de 1976, es decir, recién llegado el Tercio a Fuerteventura, salió la VII Bandera de su campamento en Puerto del Rosario, recorriendo a pie los 57 km. que había hasta la zona de Vigocho, montando esa noche su vivac cerca del pueblo de La Antigua para llegar al día siguiente a la citada zona. Durante tres días, en los que se puso a prueba el espíritu creador de la Legión, se trabajó sin descanso para ir señalando cuatro diferentes campos de tiro, uno para cada Compañía, estableciéndolos en lugares seguros en evitación de accidentes. La VII Bandera regresó la tarde del día 6, esta vez sobre vehículos, dejando sobre la ladera del monte, dibujado en piedras encaladas, el escudo legionario.

El día 9 de este mismo mes de febrero fue la VIII la que continuó con los trabajos de mejora de instalaciones. Luego lo hizo el Grupo Ligero de Caballería con las salidas al campo de tiro de Jable del Vigocho, en la zona de Pájara. Así mismo, diariamente, una unidad tipo Compañía o Escuadrón se trasladaba al campo de tiro de Los Varuichuelos cercano al acuartelamiento, para realizar ejercicios de tiro con armas individuales e instrucción táctica y en orden cerrado.